Los milagros que hacía Pablo, eran grandes. Las personas le llevaban sus prendas de vestir, él oraba: los enfermos se sanaban y los espíritus malos salían. Esto demuestra que cuando hay

fe, siempre hay milagros. Ahora se habla de exorcistas, que son personas que echan fuera demonios. Jesucristo no habló de exorcistas; sino de autoridad espiritual: poder sobre toda obra del diablo.