San Pablo refiere su arrebatamiento al tercer Cielo, al Paraíso, donde oyó palabras inefables; que no le es dado al hombre, expresar. Jesucristo le dio toda la enseñanza del Evangelio, en

ese arrebatamiento. Todos los que mueren sirviendo con sinceridad a Cristo, van a resucitar un día. Pero el cuerpo, es depositado en el sepulcro, que es una bóveda o nicho; que no es el Infierno.