San Pablo escribe a la Iglesia de Corinto y le envía una Carta al Pastor; que es el ángel guardián de la Iglesia: el ungido de Jehová. Refiere que nuestra morada

terrestre, tabernáculo o cuerpo, se puede deshacer; pero tenemos de Dios, un edificio o casa preparada hecha por Él, eterna: en los cielos. Por eso, cada día, debemos morir al pecado: estar siempre, separados del pecado.