Nada debe distraernos de nuestras actividades espirituales. Así como la esposa está sujeta al esposo, así la Iglesia debe amar y estar sujeta a Cristo y a su Palabra. Esta Palabra

nos enseña, que para pelear con el diablo y los demonios, hay que estar en ayuno, vigilia y oración. El verdadero cristiano, anhela estar en el Templo: guardando su cuerpo, alma y espíritu en Santidad.