Es importante, antes de tener un Ministerio: recibir la llenura del Espíritu Santo. La capacidad de predicar el Evangelio, se aprende de rodillas; en entera consagración a Dios: ayunando, orando, llorando

por las almas perdidas, leyendo y viviendo la Palabra de Dios cada instante. El sermón debe bajar del Cielo. Nuestro compromiso es predicar en cualquier tiempo y circunstancia.