No podemos abandonar la Obra de Dios: predicar su Palabra. Hay que seguir sembrando y manteniendo la integridad, donde quiera que nos encontremos. El hombre exterior se va desgastando, pero el

interior se renueva cada día. Cualquier tribulación es momentánea. Sabemos, que se acerca la manifestación de la gloria de Dios. Los que estamos en este camino: gozamos de paz, de felicidad.