En la Iglesia de Corinto, había desorden y pecado. Estaban divididos a favor de Pablo, Apolos o de Pedro. Aunque hablaban en lenguas, practicaban ritos religiosos, habían chismes, murmuraciones, fornicación, críticas

y calumnias: amargura. A pesar de todo, Pablo tuvo un ministerio triunfante. Ahora también hay problemas; algunos predican por fama, por dinero, o bienes materiales.