La batalla por la fe es un privilegio, aunque se afrontan situaciones fuertes; pero el apoyo del pueblo de Dios que nos ama, es muy valioso: en aflicciones, en tribulaciones,

en enfermedad, en persecución, en cárcel. No somos valientes por sí mismos: Dios nos hace valientes. El verdadero Pastor ama, cuida, busca, distingue y siempre ora por sus ovejas. Si alguna se retira, sufre.