Si clamamos a Dios para que Él nos liberte de las ligaduras del diablo, de la cólera, de la tristeza, de la angustia, del odio; de todas las maldiciones que

hay para nuestra vida: dice su Palabra, que nos oye y nos contesta. La comunicación es inmediata y directa, entre Dios y el clamor humilde de un alma arrepentida. El Pueblo de Dios intercede, y llegan bendiciones; para todos.