Dios nos enseña a orar, a conversar con Él: dobla las rodillas y con los ojos cerrados observa el cielo, y a Dios sentado en su trono; reconoce su majestad. Y

dile: solo no soy nada, soy obra de tus manos; tú eres mi Padre. He pecado, perdóname; estoy muy arrepentido, y alcanzarás misericordia. Dios te llenará de paz y gozo. Para ser oído y perdonado, no necesitas ninguna imagen.