Dios conoce a cada hombre y a cada mujer; y sabe qué dones, qué talentos, qué capacidades y qué Ministerios les ha dado: para ganar almas para su Reino. Cada uno

debe trabajar sin egoísmo, sin envidias, sin competencia; mas bien, con amor, humildad, de todo corazón y en sencillez, sin jactancia; de acuerdo a lo que el Señor le ha dado. Dios recompensa, de acuerdo a nuestras obras.