Se terminó el Orden sacerdotal de ritos, de ceremonias e incienso, sacrificio de animales; y toda la rutina religiosa que se hace en ciertas religiones. Ahora tenemos un Sumo sacerdote:

Jesucristo, que fue tentado en todo, y se compadece de nuestras debilidades; aunque Él no pecó. El diablo presenta sus ofertas: estemos firmes en la Sana doctrina, en todo lugar y en todo momento.