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Mensajes Biblicos
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 La necesidad de intercesores - orando

Rev. Luis M. Ortiz. “Y me postré delante de Jehová como antes, cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová para enojarlo. Porque temí a causa del furor y de la ira con que Jehová estaba enojado contra vosotros para destruiros.” Deuteronomio 9:18-19

Aquí vemos a este gran hombre de Dios, Moisés, tan sobrecargado y tan preocupado por causa del pecado de su pueblo y por el inminente peligro y castigo que sobre ellos se cernía; que él lanzó al aire todas sus cuestiones personales, su comodidad, su salud, su vida, y cayó postrado interponiéndose ante la amenazante justicia divina por cuarenta días, hasta que prevaleció.

Amados, reverentemente podemos decir, que el Dios infinito y todopoderoso, jamás cruzará para castigar, ni pasará por encima de un hombre postrado en humillación, ruego, súplica, e intercesión en favor del pueblo. Esa es la oración que detiene el brazo de Dios para castigar, y que mueve el brazo de Dios para salvar.

En el tiempo de Moisés, el pueblo rechazó a Dios, y se hizo un becerro de oro para adorarlo. Como en el tiempo de Moisés, hoy día la inmensa mayoría de la humanidad ha rechazado a Dios para hacerse “becerros de oro”.

En Romanos 1:21-32, dice: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.

Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

También en Romanos 2:1-9, leemos: “Por lo cual eres inexcusable… Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo”.

Esa es la condición del mundo que no conoce a Dios, pero la situación se sigue agravando.El libro de Job dice:“No son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿por qué los que le conocen no ven sus días?”(Job 24:1).Y comodijo Jesús:“¡Hipócritas!Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra(si va a llover o si habrá vientos);¿y cómo no distinguís este tiempo?” (Lucas 12:56).

El materialismo hace su terrible incursión en el pueblo de Dios, dándole más importancia a lo material que a lo espiritual, a lo visible y a lo invisible, a lo aparente y a lo real.Con razón dice la Biblia: “Olvidó, pues, Israel a su Hacedor, y edificó templos, y Judá multiplicó ciudades fortificadas”(Oseas 8:14).

La apostasía avanza viciando y arruinando muchas vidas e iglesias. Desde muchos púlpitos se predican sermones negativos, repletos de dudas e incredulidad, suplantando o desplazando las verdades bíblicas con teorías, conceptos, y filosofías humanas.

El pecado y la mundanalidad se anidan y se aumentan en la iglesia y lo matan su vigor espiritual; por eso creyentes, iglesias, denominaciones, concilios que ayer eran llenos del fuego del poder del Espíritu Santo hoy están muertos.Quienes deforman con dogmas,regulaciones, cautiverio, y aun combaten el avivamiento y el retorno al Pentecostés de la Biblia.

El amor y la confraternidad, la unidad cristiana, está degenerando en grotescas imitaciones en mezclas nauseabundas y en un ecumenismo,donde cabe todo el mundo, menos Cristo, y los tales equivocadamente quitan las palabras de Cristo, cuando dijo:“Para que sean uno” (Juan 17:22). Como si esta unidad, la que se refiere el Señor, sea una unidad física y orgánica. El Padre, el Hijo el Espíritu Santo son uno en naturaleza, en propósito, en poder.

Todo el pueblo de Dios, aunque diseminado por toda la tierra, y frecuentando distintas iglesias, pueden y deben ser uno en el Espíritu, uno en la fe, uno en el propósito de evangelizar a el mundo, pero no tiene que estar aglutinado o amalgamado en una súper estructura, en una súper organización, donde se sacrifiquen los conceptos bíblicos, las doctrinas fundamentales y el testimonio cristiano por las estadísticas.

Ante esta condición, en el mundo y en la Iglesia, se hace urgente que se levante un gran ejército de hombres y mujeres de oración, de intercesión, que detengan el brazo de Dios para derramar su ira, y muevan el brazo de Dios para visitar al mundo y a la Iglesia con el despertamiento más grande de la historia.

En los tiempos del gran profeta Elías, una prolongada sequía asolaba el país, y este gran varón de Dios se decidió a orar a Dios para que enviara lluvia sobre la tierra. El profeta Elías le dijo al rey Acab: “Sube, come y bebe… Acab subió a comer y a beber. Elías subió a la cumbre del monte Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas”, y comenzó a orar, a interceder (1 Reyes 18:41, 42).

El rey Acab subió a comer y a beber, y comió y bebió como rey, pero el verdadero rey de la situación fue aquel gran hombre de Dios, Elías, que con su oración, ayuno e intercesión, postrado con su rostro en tierra, movió el brazo de Dios para que abriera las ventanas del cielo y enviara lluvia en abundancia sobre la tierra sedienta.

Hoy día también hay los que de nombre son reyes, tienen grandes títulos eclesiásticos, que comen y beben como reyes; pero que los que verdaderamente mueven el brazo de Dios para detener el mal, y para promover el bien, y la obra misionera, y la salvación de las almas, son aquellos que agonizan sobre sus rodillas en oración e intercesión. Estos son los verdaderos reyes en la presencia de Dios, estos son los verdaderos grandes, estos son los que tienen un lugar de honor ante los ojos de Dios.

Amados, es tiempo de buscar a Dios, es tiempo de orar. El profeta Joel habló de estos días, y nos dice de la manera siguiente: “Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella.

¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo… Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.” (Joel 2:15-18, 28, 29).

Y así llenos del Espíritu Santo podremos interceder con eficacia, pues “el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26).

Las grandes victorias de la Iglesia siempre se han obtenido sobre la realidad: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14).

Fuente: Impacto Evangelistico

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