Pablo aconsejó a los jóvenes que no se casaran, para dedicarse a predicar el evangelio. Pero como el hombre y la mujer, están hechos para casarse; la concupiscencia se manifestó en

fornicaciones. Ante esto, Pablo recomienda que los que no puedan mantenerse solos, se casen. La práctica de principios y valores cristianos, disminuye; pero la Iglesia de Cristo los mantiene hasta hoy.