Set engendró a Jared; que a los ciento sesenta y dos años, engendró al profeta Enoc, quien caminó con Dios. Enoc engendró a Matusalén; que vivió novecientos sesenta y nueve años.

Esto fue posible porque la raza humana era fuerte: atmósfera pura y alimentación sana. Noé nació en un pueblo que se estaba multiplicando: los hijos de Dios tomaron mujeres cainitas, desagradando a Dios.