La Palabra que Cristo enseñó es clara respecto a cómo viven los que agradan a Dios y los que no le agradan; y a dónde va cada uno de ellos:

al Infierno o al Cielo. Él, un día juzgará a todos. La invitación es para vivir de acuerdo al Evangelio: ser sobrios, velando en oración, dejando toda vanidad. Ante los ataques del enemigo, no avergonzarnos del Evangelio; que es poder de Dios.