Un día se notará la diferencia, entre el que sirve y el que no sirve a Dios. Si la Palabra llegó a nuestra vida, hay que agradecer; porque si nos rendimos

al Señor de corazón, el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros: no vivimos en la concupiscencia, en los apetitos de la carne o deseos sexuales desordenados. Dios nos saca de corrupción e ignorancia; para servirle y ser feliz.