Dios da a los creyentes obedientes a su Palabra, la investidura de poder, y los dones; que son dádivas, capacidades, armas de defensa contra el diablo y los demonios; para servir

en su Obra. Estos dones espirituales edifican a la Iglesia; fortalecen la convicción y la fe de los creyentes. Gracias a ellos, podemos permanecer fieles a la Palabra, en medio de cualquier circunstancia.