Si se contrista al Espíritu Santo, por no vivir en integridad, se puede hablar en lenguas; pero ya sin el poder del Espíritu Santo. Una persona puede orar por los enfermos,

echar fuera demonios, profetizar, y hablar en lenguas; pero el Señor le dirá: nunca te conocí, si no tuvo amor por las almas. Es imprescindible el amor, y un testimonio personal de buenos frutos espirituales.