En la iglesia, puede haber personas que no se sienten conformes; siempre están criticando y creando problemas. Dios exalta al humilde y humilla al soberbio. No podemos servir a Dios y

a los demonios, al mismo tiempo. Por eso, al cristiano hay que corregirle: tiene que anhelar escuchar y vivir la Palabra, consagrado y sirviendo a Dios; en Santidad. Ser digno de tomar la Santa Cena.