Dios llama a sus hijos a la limpieza, santidad, pureza: en nosotros y en nuestro hogar; libre de toda plaga, que es presencia demoníaca. Debemos respetarnos unos a otros, sin

excepción. Pero debemos diferir con los demás, en lo que se refiere a la idolatría, creyendo en la existencia del tormento eterno. Mas bien conducirnos con temor de Dios, este tiempo de nuestra peregrinación.