El Señor Jesucristo, en su amor por la humanidad, vino a la tierra para su salvación. A la Iglesia le dio la encomienda de predicar el Evangelio a todas las naciones;

anunciando que entren por la puerta estrecha, no por la puerta ancha; que lleva a perdición, y al fuego del Infierno. Los cristianos, el único fuego que deben buscar, es el fuego del Espíritu Santo; para edificación.