Hay un pueblo sobre la tierra que no ha doblado sus rodillas a Satanás, rompió con el pecado, quitó sus ojos de la tierra y tiene sus ojos puestos en Cristo

Señor nuestro; donde sólo hay paz, gozo, felicidad y el respaldo de Dios en todo. El que oye mi Palabra y la cree, Cristo dice, que lo recibe como su hijo; y en el momento, su sangre lo limpia de todo pecado: y es hecho nuevo.