Dice la Biblia que no habrá paz, para los impíos. El mundo no da paz; sólo puede dar una alegría momentánea. Cristo es el Príncipe de la paz. Todo el que

quiere paz, debe recibir a Cristo y su Palabra: viviendo en Santidad; así buscará la paz y armonía con todos, y se convertirá en un pacificador. Los de su casa se convertirán, porque verán la paz que Cristo ha puesto en su vida.