Jesús hacía milagros, estando en medio de una fuerte población religiosa: fariseos, saduceos y escribas. Les habló en parábolas o ilustraciones; como la del convidado a una boda; para enseñar reglas

de urbanidad y prudencia. También habló de un hombre, que hizo una gran Cena y convidó a muchos. Ese era el Padre celestial: quien consideró como invitados principales, a los judíos.