Todos debemos estar sujetos a un jefe inmediato superior, y respetarlo. Si en el ejército hay orden, en la Iglesia aún mejor: el Apóstol Pablo tenía autoridad. Por eso, indicó a

los corintios, que separen una ofrenda especial para enviar a los santos de Jerusalén: hombres y mujeres consagrados a Dios, que vivían justa y piadosamente; y que estaban pasando por necesidad económica.