Los demonios están en la gente y en muchas religiones, que repudian la Biblia y están contra Dios: la maldad humana va aumentando... En cambio; los hombres y mujeres que

tienen fe en Dios y en su Palabra, se apartan del pecado: se consagran a Dios. Ningún líder religioso puede hacer santo a ningún muerto, ni a ningún vivo. Somos santos, si vivimos obedientes a la Palabra de Dios.