Hubieron varios Pactos de Dios, conforme fue avanzando la sociedad. La ley de Moisés se cumplió, mientras estuvo Cristo vivo. Con su sacrificio en la cruz, se establece un nuevo

pacto: el de la gracia, de la misericordia, del perdón: No importa lo que hayas hecho, si crees en Cristo como el Hijo de Dios y guardas su Palabra; la sangre de Cristo te limpia, y no habrá consecuencias.