La iglesia de jesucristo es un pueblo nacido de nuevo: apartado del mundo, separado del pecado; diferente; humilde; santo por dentro, por fuera y en todo lugar; ama a las almas

con sinceridad y las ayuda sin acepción de personas. Es un pueblo digno de imitar, como dijo Pablo: sean imitadores de mí, como yo lo soy de Cristo. Se ejercen ministerios para su crecimiento y edificación.