Jesús le explica a la mujer cananea, que Él ha venido para atender al pueblo de Dios. La mujer, segura del poder de Dios: clama con gran fe y humildad por

una “migaja” de esa bendición. Jesús se sorprende y reconoce esa fe. Le concede su petición y su hija es liberada del demonio. Muchos tienen problemas y acuden al brujo; pero ningún brujo tiene poder para echar fuera demonios.