Jesús ordena a sus discípulos predicar su Palabra, mas no en Samaria, separada del pueblo de Israel; porque allí se cometieron abominaciones. Pero una mujer cananea, clama por misericordia para su

hija endemoniada. Jesús pone a prueba su fe, y le dice que ese pan es sólo para los hijos. Ella pide las migajas, que caen de la mesa. Jesús se maravilla de su fe, y concede su petición.