En la Iglesia, el Pastor, los Diáconos, y todo el que tenga un cargo: deben vivir la Sana Doctrina, estar llenos del Espíritu Santo y sus dones; para tener autoridad,

poder discernir sobre la verdad y la mentira, y profetizar. Orando, ayunando, consagrados: bajo la unción del Espíritu Santo. Hay personas arruinadas: profetizaron sin oración ni ayuno y perjudicaron la Obra de Dios.