La Biblia nos enseña cómo tratar a nuestro prójimo, nuestras responsabilidades dentro del hogar y la sociedad. Pero sobre todo: nuestro comportamiento con el Creador del universo. La exigencia de

nuestro Dios es para nuestro propio bien, porque la rebelión contra Él o su Palabra, que habla contra la idolatría; trae tragedia, maldición, ruina, blasfemia: esto es el Juicio de Dios.