La Biblia es el espejo del alma: nos muestra cómo estamos espiritualmente; demanda de nosotros, los frutos del Espíritu Santo. Dios es bueno pero no puede ser burlado: lo que

sembramos, cosechamos. El que anda en pecados o desorden; tiene posesión satánica. El Padre celestial nos ama y exhorta. Asimismo, a nuestros hijos debemos exhortarlos y darles el castigo oportuno y adecuado.