La voluntad de nuestro Padre celestial, es que obedezcamos su Palabra; para bendecirnos. Él nos ama: por eso, cuando actuamos mal, nos corrige. Pero responde a una alma contrita y

humillada; si pide perdón. Así, el padre que ama a su hijo, debe corregirlo, no para destruirlo; sino para enderezarlo. La Biblia enseña lo recto, lo santo, lo puro; lo que agrada y lo desagrada a Dios.