Los que conocen a Cristo son diferentes en la expresión de su rostro y comportamiento: es una irradiación espiritual que se manifiesta en una fragancia especial, de los que son salvos.

Hay una gran diferencia en decir yo creo en Cristo, a ser verdaderamente cristiano. La vida cristiana se distingue en el centro de estudios, en el trabajo, en el mercado: hay amor, perdón, respeto.