La crisis mundial comienza en el interior de la familia humana; en el corazón de cada hombre y cada mujer, que no tiene a Dios. Hay una gran preocupación por la

juventud, en aquellos que tenemos una responsabilidad ante Dios. Satanás induce a lo malo: suicidio, violencia, vicios, homicidios, abortos, injusticia. Los jóvenes valientes temerosos de Dios, anhelan cada día serle fiel.