Desde el principio algunos creen o están duda; hasta que el Padre los toca. El espíritu tiene que tomar autoridad sobre el alma y la carne, en cada persona; para

no volverse atrás en los caminos de Dios. La integridad es decisiva ante su presencia, evitando toda complicidad ante lo malo. La Palabra de Dios puede ser dura, pero es la única cuyo cumplimiento nos lleva a vida eterna.