La oración eficaz es diaria, y se inicia reconociendo a Dios y pidiendo perdón hasta por errores y faltas cometidos. La Biblia dice que todos tenemos que arrepentirnos. Debemos orar

por nosotros y por los demás; con sinceridad, sin vanas repeticiones. Si perdonamos alguna ofensa o injusticia recibida, somos bendecidos, con paz en el corazón. Esto es coherente con la Sana Doctrina.