Jesús se bautiza, y empieza a predicar el evangelio. Le habla primero a María y a sus hermanos, para dar testimonio en su casa; luego en Judea, Samaria y en

todo lugar. Así es un verdadero misionero, intercesor, ganador de almas, que ora, que ayuna. Sólo así podrá cumplir a cabalidad, con la gran misión de llevar la Palabra de Dios: para salvación, liberación, sanidad y milagros.