Si Cristo de verdad está en nuestra barca y se vive en justicia y verdad; no hay problema que el Señor no resuelva. Pero hay que clamar con fe, con la

seguridad de que Él quiere y puede despejar cualquier tempestad. Oramos y le preguntamos al Señor, en qué estamos fallando. Nosotros tenemos que ejercer nuestra fe en momentos de crisis; revisando si hay amargura en nuestro corazón.