Jesús, cuyo nombre significa Salvador, dio ejemplo de obediencia al Padre que está en los cielos; siendo el autor de eterna Salvación. Siendo Él mismo Dios, el Hijo de Dios

se sometió, padeció y sufrió la muerte más terrible que había; llevando en su cuerpo el pecado, los sufrimientos de todos nosotros. Vino a salvar al mundo de sus pecados: ahí se manifiesta el gran amor de Dios.