Es imprescindible conservar la enseñanza y vivencia de la Sana Doctrina; en humildad, y por amor a las almas. Los Pastores son responsables de la conservación de los principios bíblicos

en las congregaciones; manteniendo siempre el temor de Dios. El predicador debe conocer las Sagradas Escrituras, tener un testimonio de santidad e integridad; para presentar el mensaje en libertad.