La Biblia enseña que el pueblo de Dios debe orar por las autoridades y por toda persona que ostenta algún cargo. Para que Dios se les revele y lo conozcan; a

fin de que pidan y reciban inteligencia y sabiduría. Los gobernantes para ser de bendición, deben renunciar a la soberbia, a la arrogancia y orgullo; porque Dios aborrece a los soberbios. El orgullo es una posesión satánica.