La Biblia enseña que dios nos amó primero, que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos; inclusive, que amemos a nuestros enemigos. Por eso, los cristianos cuidamos nuestro cuerpo, que

es templo del Espíritu Santo; amamos y oramos por nuestros enemigos con sinceridad, no por conveniencia; y no humillamos ni hacemos injusticias con nadie. El que ama a dios, ama a su prójimo.