Los desobedientes o soberbios, no son de Dios. Hay que observar y sujetarse a las autoridades espirituales y políticas, que mantienen la pureza y la integridad. El pecado de Abraham

trajo tragedia; pero de la simiente que viene de su pacto con Dios: nace Cristo. Y el mandato, que es predicar su Palabra; se realiza por todos los medios de comunicación, para que nadie tenga excusa.