Todo hijo quiere saber quién es su padre y quién es su madre; no importa su condición. Y es un privilegio para los padres, hacer algo por sus hijos: esforzarse

en darles lo mejor. La riqueza más grande es enseñar a los hijos lo bueno: el respeto, el compartir, la justicia, la verdad; agradando a dios. La Biblia enseña a los hijos, a honrar a sus padres; y a ellos a no irritarlos.