El pueblo de dios estaba bajo la ley rigurosa, la cual fue su protector, ante la corrupción de las naciones. Porque dios quería hacer de él, un Pueblo santo, para tomar

una mujer temerosa de dios; de donde saldría el Salvador del mundo. Venido Cristo, ya no estamos bajo la ley: podemos apelar a la misericordia de Cristo, y ya no se exige la circuncisión; sino el Bautismo en agua.