El creyente que vive en Santidad, obediente a la Palabra de Dios, tiene una línea directa, inmediata y permanente de comunicación con Él. El creyente que no vive en Santidad,

de ninguna manera tiene este privilegio: la línea está cortada por Dios. La línea se puede abrir, sólo después de un sincero y real arrepentimiento. Ninguna Religión es verdadera, el verdadero es Jesucristo.