La Biblia enseña y nos hace reflexionar, que para juzgar a alguien: que sea con verdad y a tiempo, con pruebas, y con dos o tres testigos con un testimonio intachable.

Porque a veces actuamos con amigos, familia y hermanos de la fe: en forma descomedida, sin amor, sin misericordia, sin reflexionar; y quizá poniéndose de acuerdo para perjudicar a alguien. Dios no puede ser burlado.